que las de mi madre (regalo de cumpleaños de mis amiguis, gracias chicas).
Aunque de origen incierto (Australia y Nueva Zelanda
se disputan el honor) lo cierto es que se diseñó en honor a la famosa bailarina
rusa Anna Pavlova.
Es una tarta con una textura
exquisita. Está formada por tres capas de nata montada y frutos rojos,
combinadas con tres capas de un merengue crujiente por fuera y con consistencia
de nube por dentro. Es una delicia para el paladar. Ese contraste entre el
dulce del azúcar y el ácido de la fruta; la cremosidad de la nata y la
esponjosidad de la nube… Cuesta mucho describirla, lo mejor es ponerse manos a
la obra y hacerse una propia.
Ingredientes para el merengue
(3 capas de 18 cm de diámetro):
- 325 g de azúcar blanquilla
- 2 cucharadas de maicena (16 g)
- 6 claras de huevo (198 g de claras
pasteurizadas)
- 2 cucharaditas de vinagre blanco
- 1 cucharadita de vainilla en pasta
Ingredientes para la nata montada
(3 capas de 18 cm de
diámetro):
- 500 g de nata líquida, 35% de materia grasa.
- 20 g de estabilizante para nata
(Flavia)(opcional)
- 80 g de azúcar glass.
Frutas:
Esta tarta va complementada con
diferentes frutas, especialmente frutos rojos. En esta ocasión he utilizado:
- Fresones
- Arándanos
- Grosellas
Preparación del merengue:
1.- Dibujamos tres círculos de 18 cm, en lápiz, sobre papel de
horno. Tienen que estar separados para que no se peguen. Si no caben los tres
círculos en una bandeja los repartiremos en dos.
2.- Precalentamos el horno a 130ºC. Esta es la
temperatura oficial, pero es mejor probar con 100ºC para ver si así no se
oscurece el merengue. El mío, a 130 ºC adquirió un ligero color tostado. La
próxima vez partiré de 100-110ªC.
3.- Mezclamos el azúcar con la maicena, tamizamos y reservamos.
Nota: La receta indica que primero hay que añadir parte del azúcar las claras de
huevo mientras se están montando y posteriormente el resto, mezclado con la
maicena, hasta que adquiere una textura suave y brillante. Yo que soy muy
despistada mezclé toooodo el azúcar con la maicena antes de empezar pero decidí
seguir con la receta igualmente. ¡SPOILER¡ Salió de lujo, crujiente por fuera y
textura de nube por dentro.
4.- Comenzamos montando las claras a baja velocidad hasta que espumen un poco (esto ayuda a formar burbujas de aire que les darán estabilidad). Poco a poco vamos aumentando la velocidad hasta que formen picos
suaves y añadimos la mezcla de azúcar y maicena en forma de lluvia.
5.- Continuamos batiendo hasta que el merengue adquiera una textura
suave y brillante.
6.- Añadimos la vainilla y el vinagre y continuamos batiendo para
homogeneizar.
7.- Repartimos la mezcla a partes iguales en los círculos marcados
en los papeles de horno.
8.- Horneamos una hora y media. Vigilamos
que no se oscurezca y a los 45 minutos intercambiamos las bandejas, si fuese el
caso. Pasado ese tiempo comprobamos que estén duros por fuera. Apagamos el
horno y dejamos dentro 20 minutos o más, hasta que enfríe el merengue.
Preparación de la nata montada:
1.- Mezclamos el estabilizante con el azúcar, tamizamos y
reservamos.
2.- Comenzamos a batir la nata a velocidad baja y vamos
aumentando la velocidad a medida que adquiere consistencia. Cuando esté casi
montada añadimos el estabilizante y el azúcar a modo de lluvia, mientras
seguimos batiendo hasta obtener la consistencia de nata montada.
Montaje de la tarta:
1.- Separamos, con mucho mimo, el primer disco de
merengue del papel de horno y lo colocamos sobre ese plato tan vistoso de
cerámica portuguesa que os ha regalado vuestra prima. Si no tenéis un plato
vistoso de cerámica… utilizáis otro que tengáis por casa.
2.- A continuación colocamos un tercio
de la nata montada, la alisamos sobre la superficie de merengue y distribuimos
frutas al gusto.
3.- Colocamos los restantes discos de merengue, intercalándolos con una capa
de nata y frutas y finalizamos con una tercera capa de nata. Sobre esta
colocamos más frutas, poniendo cuidado de que queden monérrimas y esto cada una
lo hará según su criterio personal. Yo en este caso he seguido un patrón
geométrico para las fresas pero también me gusta mucho cómo quedan colocadas al
azar en modo silvestre.
Nota: para disfrutar al máximo de la
textura crujiente del merengue, esta tarta debe ser consumida al poco tiempo de
ser montada (con la humedad de la nata se autodestruirá de un día para otro).
Se podrá degustar igualmente al día siguiente, eso sí, no en todo su esplendor.
Se puede tener preparado el merengue de un día para otro o incluso con varios días de antelación. Se guarda dentro de un tuper en la nevera y se monta en el momento antes de consumirla.
Deseando que os guste espero vuestras impresiones. Para
cualquier duda, aclaración o comentario constructivo no dudéis en quemar la
sección de comentarios, que siempre serán bienvenidos.
Isabel Isa.
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